Vencer el pasado by Jill Marie Landis

Vencer el pasado by Jill Marie Landis

autor:Jill Marie Landis
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 1997-12-31T23:00:00+00:00


Capítulo 12

Eva fue a la puerta trasera y se detuvo con la mano en el pomo. El viejo Curly se acercó corriendo por el patio con un ladrido de bienvenida y se quedó jadeando y babeando junto a ella. Eva le rascó la cabeza y luego miró a Chase.

—¿Quién querría arruinarte? —preguntó.

—Por lo que he visto esta noche, numerosas personas.

Ella dio una última caricia distraída al perro y abrió la puerta.

—¿Por qué crees que no han sido los lobos?

Chase la siguió a la oscura cocina, dio tres pasos hasta la mesa y encontró una caja de cerillas. Encendió una y la llama cobró vida. La protegió con la mano y la acercó a la lámpara de petróleo para encender la mecha.

—Envenenamos los últimos cadáveres y sólo un lobo mordió el anzuelo. Los terneros muertos han sido desgarrados de modo que parezca que el causante ha sido un animal, pero Ramón está de acuerdo conmigo en que da la impresión de que los mató alguna serpiente de dos patas y no los lobos.

Eva dejó el ramo de flores sobre la mesa pensando en lo que Ramón le había dicho la noche anterior. Al principio había recelado de ella, pero le parecía que había cambiado de opinión. Retiró el largo alfiler del sombrero y luego se lo quitó.

—¿Crees que yo tengo algo que ver con ello, Chase se movió inquieto. La observó de perfil mientras ella examinaba el sombrero que tenía en las manos y enderezaba una pluma y luego una reluciente hoja de seda. Levanto la mirada, hacia Chase esperando una respuesta. Él le contó la verdad.

—Cuando tú apareciste de la nada, y siendo una mujer del tipo que eres...

A Eva se le cayó el sombrero de las manos.

—¿Qué clase de mujer soy?

—No eres exactamente una «típica» empleada de hogar.

—¿Y cómo es exactamente «una empleada de hogar típica”?

Chase se preguntó cómo se había visto metido en esa discusión y cómo iba a salir de ella.

—Sólo puedo juzgar por las cuatro que he tenido pero ellas se parecían mucho entre ellas, mientras que tú eres desde luego muy diferente.

—¿No hago bien mi trabajo? Él miró por la ventana que daba a la parte de atrás hacia el establo vacío. Se hallaban solos a la luz meliflua de la lámpara, protegidos del mundo en los confines do la pequeña cocina. El pelo de Eva adquirió un tono de bronce oscuro salvo en las puntas, que relucían como el cobre y el oro.

Chase bajó la voz.

—Lo haces bien. Mejor de lo que esperaba por la poca experiencia que tenías en cocinar para varios hombres.

—Entonces, ¿puedo quedarme? —¿Sigues queriendo hacerlo?

Eva levantó la mirada hacia sus ojos, sabía que, por el bienl de ambos, si tenía una pizca de sentido común, le diría que no. Pero no pudo hacerlo.

Sí quiero quedarme.

Pero tú no eres como nosotros, Eva. A una mujer como tu no le costaría encontrar un buen hombre para casarse.

¿Y si no quiero un buen hombre?, se dijo. ¿Y si te quiero a ti?

Eva se apretó el sombrero contra el pecho y respiró

—No vine aquí en busca de un marido, Chase.



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